jueves, 24 de septiembre de 2015

ALFABETIZAR EN TIEMPOS DE REDES



Uno de los temas fundantes del campo de la C&E es de la alfabetización. Como ya lo revisamos fue Paulo Freire en los años 70, quien planteó la necesidad de una relectura de los discursos dominantes que circulaban en ese momento. En su pensamiento cobra singular importancia dos aspectos, a mi entender, que tienen una particular vigencia en nuestros días en que el actual ecosistema comunicativo plantea nuevos desafíos para la formación de las personas.
El primer aspecto que deseo subrayar es el significado cultural de la alfabetización que lleva a revalorizar el mundo cultural de las personas. Trabajar el universo vocabular de los educandos, apelando a la experiencia vital, la historia y el idioma de los estudiantes es el requisito para pensar y reflexionar críticamente la cultura y la historia propia, base para crear una nueva sociedad.
La importancia del acto de leer no consiste en descifrar lo leído sino que más bien es el conocimiento de la realidad en el que uno vive. Por eso la lectura de la realidad siempre precede a la lectura de la palabra, así como la lectura de la palabra implica una continua lectura de la realidad. La lectura critica la realidad que se produce dentro del proceso de alfabetización, la lectura siempre implica una percepción, una interpretación y una reescritura de aquello que se lee.
El segundo aspecto que se destaca en el concepto de alfabetización es el significado emancipatorio/político que tiene, lo que hace referencia a que el aprender a leer y escribir nos habilita para contar nuestra propia historia.
En los 80, P. Freire postula el enfoque emancipador de la lectura como una alternativa a los enfoques académicos, utilitario, romántico y cognitivo de lectura, los cuales tienen el rasgo común de desconocer el modo en que el lenguaje confirma o niega las historias y experiencias vitales de las personas que lo utilizan. El enfoque emancipador, en cambio, aborda no solo al desarrollo de habilidades destinadas a adquirir el lenguaje estándar dominante. De ese modo –señala- se negaría en vez de otorgar significado a las experiencias culturales de los grupos lingüísticos sometidos. Por tanto, la alfabetización tiene un significado político porque los hombres y las mujeres sostienen su derecho y su responsabilidad no solo a leer, comprender y transformar sus propias experiencias, sino también a reconstituir su relación con la sociedad toda.
En este sentido, los actuales medios y las tecnologías en educación, entonces, podrían permitir experimentar un proceso de praxis dialógica, partiendo del reconocimiento del mundo cultural de los jóvenes (Huergo, 2007).

Bibliografía consultada: Freire y Macedo (1989) Alfabetización, lectura de palabra y lectura de la realidad, Paidós, Buenos Aires.



lunes, 7 de septiembre de 2015

De la configuración del campo de C&E


Compartir  quiénes somos, qué hacemos,  las metas que nos proponemos, a qué se refiere el campo de la C&E,  fueron los temas de los primeros encuentros (palabra que quiere recuperar la idea de intercambio, de diálogo para el quehacer académico). Revisamos los sentidos que expresaron los distintos estudiantes sobre lo que aprenderían en la materia: algunos se refirieron a la necesidad de desarrollo personal de sus capacidades comunicativas de todo tipo (no sólo lo digital), mientras que otros  se pronunciaron por  comprensión de las relaciones entre la comunicación y lo educativo. A partir de las voces del grupo  reconocimos el campo de C&E como un territorio de cruces, un escenario transdisciplinario, en el que se pone el acento en  la praxis y  en la dimensión político-cultural de las prácticas sociales. Recuperando el pensamiento de Jorge Huergo también hicimos referencia  al  carácter  político-estratégico del campo. Esto significa que está ligado a las preguntas,  a los problemas de los actores sociales, quienes asumen determinadas posiciones frente a lo educativo/comunicativo. Huergo reconstruye los orígenes de C&E en el video que insertamos abajo: 

Para finalizar, podríamos preguntarnos desde que lugar estamos abordando los conceptos de comunicación/educación. En primer lugar,  entendemos  la comunicación como un proceso social de producción de sentidos y significados, inserto en una cultura en la que se diferencian  voces y miradas diversas, que pueden entrar en conflicto  o no. En segundo lugar, cuando hablamos de lo educativo no lo percibimos como algo  restringido únicamente al sistema escolar , sino que más bien hace distinguimos además de los institucionales educativos otros espacios tales como los sociocomunitarios o los mediático-tecnológicos. De ahí que la educación pueda definirse como el lugar  en el que los sujetos se conforman en función de un modelo de identificación desde algún discurso específico (religioso, familiar, escolar, etc) (Burgos, 1994). En este proceso  cada sujeto puede asumir una visión conformista o crítica respecto a ese modelo.